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A 25 años de la muerte de Leonardo Simons

Hace 25 años, el conductor se quitó la vida afectado por una causa judicial que involucraba a su hermano.

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El sábado 12 de octubre de 1996, Leonardo Simons condujo una nueva emisión de Ta Te Show, uno de los programas éxito de Telefe. Sus compañero lo notaban más delgado y apagado, y su mujer, Ruth, que había superado ciertos problemas de salud, lo iba a buscar más seguido. Aunque al aire era alegre y distendido, cuando se apagaban las cámaras era muy reservado, a los compañeros que le preguntaban cómo andaba, les contestaba: “En la vida siempre hay que seguir adelante”. Ese sábado terminó su programa y se despidió con la amabilidad de siempre. Tres días después se quitó la vida.
El hombre que a principios de los 90 era una de las caras más conocidas y queridas de la televisión argentina nació el 1 de septiembre de 1947. Su nombre real era Leonardo Simón Wowe. De chico jamás pensó que sería locutor pero el destino empezó a dejarle algunas señales. En los actos escolares jamás lo elegían como actor pero sí como conductor.
No tuvo una infancia fácil. Creció en Villa Crespo y en su familia las carencias económicas se sentían. Solía ayudar en la fiambrería de su papá y a los 11 años empezó a trabajar de vendedor ambulante. Para el secundario se anotó en una escuela industrial, el Otto Krause, donde se entraba con un riguroso examen de ingreso. Aprobó pero la carrera implicaba doble escolaridad. Como era imposible un trabajo en la semana buscó una ocupación los sábados y domingos, y así empezó a animar bailes en distintos clubes.

Se recibió de Técnico Mecánico y se anotó en la UBA para seguir Ingeniería, y en el Iser para estudiar Locución. En diciembre de 1968 le dieron el título de locutor y dos meses después ya tenía trabajo en televisión. De ahí en más jamás supo lo que era un parate laboral.

Su primer trabajo fue en la Campana de Cristal por Canal 13. El conductor era Héctor Larrea y lo acompañaban cuatro colaboradores nuevos: Julio Lagos, Fernando Bravo, Norberto Longo y Simons. Solía recordar la emoción que sintió cuando, en su primer día, la maquilladora le dijo que estaba usando con él la misma esponjita que utilizaba con Cacho Fontana.

Al año siguiente lo llamaron de Canal 9 para conducir Música en libertad. De 1970 a 1991, trabajó con Alejandro Romay. Comenzó con pequeños papeles en telenovelas como El amor tiene cara de mujer y Cuatro hombre para Eva, pero se consolidó y triunfó como animador. Condujo Feliz Domingo, Sábados de la bondad, Si de rating hablamos y Finalísima, que llegó a medir 43 puntos de rating. Su figura se convirtió en un símbolo del 9 casi tanto como la célebre palomita.

En 1993 Telefe necesitaba un programa de entretenimientos y lo convocaron para conducir Ta Te show. Aceptó en algo que en ese momento se vivió como el pase del año. Por entonces le confesaba a la periodista Silvia Maestrutti que su responsabilidad como comunicador era tener una conducta irreprochable: “Nos convertimos en modelos que podemos ser imitados, por eso nuestras actitudes deben ser dignas y respetables”.

Simons solía tomarse con humor las críticas que le hacían. Su peinado, sus sacos con hombreras y su decir con frases largas y eternas solían ser blanco de bromas que a él no le molestaban. De sus hombreras aseguraba que solo las había usado en 1986 y diseñadas por Elsa Serrano, pero que “había quedado etiquetado por eso”. A los que lo tildaban de gritón, les concedía: “Es la sangre que me lleva a elevar el tono de voz pero hay muchos que gritan más que yo”. Se definía como “un buen piloto de Fórmula 1, al que le han dado una buena máquina”. Y aclaraba: “Hay quien lo estrella en la primera curva, yo lo llevo hasta la llegada”.

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